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Educación financiera

Conceptos financieros

Qué es la devaluación competitiva

Marzo 2024

4 minutos

El valor de una moneda desencadena una serie de mecanismos y escenarios que pueden tener un gran impacto en la economía y en el equilibrio de los estados. Pero, ¿cómo funciona?

El término devaluación se utiliza a menudo, en sentido genérico, para indicar una pérdida de valor. En economía, en realidad tiene un significado muy preciso relacionado con el valor de las divisas y las mercancías.

Devaluación de mercancías y devaluación monetaria

La devaluación de las mercancías se produce cuando un producto pierde valor frente a la moneda. Es un "efecto colateral" de la oferta y la demanda: a medida que aumentan las unidades disponibles de un producto, disminuye su valor monetario. Es decir, se devalúa.

La devaluación monetaria, en cambio, se produce cuando, por decisión de los bancos centrales, una moneda pierde valor frente a otras monedas. En realidad, sería más correcto utilizar el término devaluación monetaria en referencia al régimen de tipos de cambio fijos, vigente de 1944 a 1973, que vinculaba las monedas al dólar y este al oro.

En un régimen de tipos de cambio variables (definidos por la oferta y la demanda), sería más correcto hablar de "depreciación", incluso cuando la respuesta del mercado es estimulada por las acciones del banco central. Por convención, sin embargo, se sigue utilizando el término devaluación. Pero, ¿por qué es útil debilitar una moneda?

Devaluación competitiva

Una moneda fuerte tiene sin duda el mérito de dar más poder adquisitivo y, en un régimen de libre comercio, abarata las importaciones. Sin embargo, también tiene otro efecto relacionado: perjudica a las exportaciones.

La decisión de devaluar una moneda pretende, pues, estimular las exportaciones para reequilibrar la balanza comercial, pero a riesgo de hacer perder poder adquisitivo a sus ciudadanos. En esencia, la maniobra pretende obtener ventajas competitivas frente a uno o varios países que tienen una moneda más fuerte. Por eso se llama "devaluación competitiva".

Al no poder actuar sobre una devaluación real, como en los tiempos de los tipos de cambio fijos, hoy los bancos centrales como el BCE y la FED utilizan otras herramientas para aligerar o lastrar la moneda. ¿Cómo? Inyectando dinero en el sistema económico, un objetivo que puede lograrse con acciones más o menos convencionales, como recortar los tipos de interés y, sobre todo, comprar deuda pública y operaciones de refinanciación.

De la devaluación a la guerra de divisas

Así pues, la devaluación puede ser un movimiento incisivo, pero debe tener en cuenta muchas variables que no son solo internas. A toda acción le sigue una reacción. Si un país o una comunidad de estados actúa para que el tipo de cambio de su moneda sea más favorable, apoya sus propias exportaciones. Indirectamente, no obstante, penaliza las de los países cuyas monedas son más fuertes.

Pongamos un ejemplo. Si el euro se depreciara significativamente frente al dólar, los países europeos resultarían más atractivos para los compradores de fuera de la UE. Las empresas chinas podrían entonces preferir comprar en Italia o Alemania antes que en Estados Unidos. Y las propias empresas estadounidenses podrían explorar la posibilidad de comprar al otro lado del Atlántico en lugar de depender del mercado nacional.

En este punto, sin embargo, dadas las posibles repercusiones, Washington podría tomar medidas similares, devaluando el dólar y dando lugar a una potencial escalada, denominada "guerra de divisas". Se trata de un escenario que hay que evitar, porque, además de socavar la balanza comercial, podría provocar un endurecimiento del comercio internacional y, en consecuencia, un impacto económico negativo.

Devaluación frente a inflación

La devaluación monetaria no debe confundirse con la inflación. La subida de los precios implica una pérdida de poder adquisitivo y, en última instancia, una pérdida del valor intrínseco de la moneda.

La devaluación, en cambio, contempla la relación "externa" con otras monedas y es, al menos en su sentido propio, una decisión exclusiva de los bancos centrales.

Hoy, desde este último punto de vista, la diferencia es más matizada. Por un lado, la devaluación ya no es un movimiento totalmente controlado; por otro, los bancos centrales utilizan los instrumentos de que disponen para lograr una inflación lo más estable y cercana posible al 2%.