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Septiembre 2017
Material de marketing

Disrupción digital: la inteligencia artificial

La inteligencia artificial es una de las áreas de mayor crecimiento de la tecnología digital: ya está transformando nuestras vidas... y nuestras carteras de inversión.

Los robots se han lanzado a la conquista del mundo. No mediante un violento ejército de cíborgs, sino la infiltración, más pacífica y sutil, de la inteligencia artificial (IA).

Los dispositivos más recientes de Amazon, Microsoft o Google, ya nos permiten encender y apagar las luces, consultar las previsiones meteorológicas, revisar nuestras agendas, escuchar música, poner en marcha la cafetera o llamar a un taxi, todo ello gracias al control de voz.1 Pronto, la IA (la capacidad que tienen los ordenadores de realizar acciones que normalmente exigen la intervención de la inteligencia humana), podrá lograr mucho más, apoyada por la inversión de las empresas de la industria digital, que ahora ven los sistemas de machine-learning como una fuente importante de crecimiento futuro.

El mercado de la IA ya es un mercado importante. No obstante, las previsiones indican que será mucho mayor en el futuro. Se prevé que aumente vertiginosamente, de los 2.000 millones de dólares de 2015 hasta 127.000 millones de dólares en 2025.2 Estados Unidos y China están liderando el crecimiento hasta ahora, con la mayor parte de la inversión procedente de los sectores de alta tecnología, telecomunicaciones y servicios financieros de esos dos países.

Presente en todos los sectores

Esto podría significar billones de dólares de crecimiento adicional para la economía mundial, gracias al incremento de la productividad y al impulso al consumo a medida que los hogares destinan mayores recursos en bienes y servicios nuevos o mejorados.
CRECIMIENTO FULGURANTE
Ingresos mundiales de la IA
Ingresos mundiales de la IA
Fuente: Bank of America Merrill Lynch

La revolución que supone la IA no se limita a un único sector. Se trata de una tecnología aplicable a diferentes ámbitos, que favorecerá a ciertas empresas pero perjudicará a otras en muy diversos sectores. En muchos casos, la diferencia entre éxito y fracaso dependerá de la rapidez y eficacia con la que las empresas implementen la IA.

Para la mayoría de las empresas, la implementación de la IA se reduce a analizar datos – una gran cantidad de datos. Se calcula que el volumen anual de datos que producimos alcanzará en 2025 la cifra de 163 billones de gigabytes, diez veces más que en 2016.3

El machine-learning emplea algoritmos que trabajan con datos históricos para descubrir patrones y predecir lo que ocurrirá en el futuro. El deep learning es la siguiente etapa, en la que los ordenadores son capaces de aprender de sus propios errores y afinan las predicciones gracias a la nueva información que se les va proporcionando. Mejoran día a día en el reconocimiento de imagen y voz, sin olvidar el tratamiento del lenguaje natural, es decir, la capacidad de comprender el discurso oral y escrito como lo hacen los seres humanos y de responder de acuerdo con el contexto.

La IA ya está haciendo sentir sus efectos en sectores como la sanidad, la distribución y venta minorista y el financiero. En el sector de la sanidad, está mejorando los diagnósticos clínicos y allanando el camino de la medicina personalizada. En transportes, es la tecnología en la que se basan los vehículos autónomos. También está transformando el sector financiero: la banca y los asesores financieros se enfrentan a la aparición de los robo-advisors, que amenazan su existencia. La distribución minorista también asume un enorme riesgo si hace caso omiso de esta tecnología. Gracias al machine-learning se puede mejorar la logística y es posible una mayor personalización de la producción.

Si es cierto que las empresas no se pueden permitir darle la espalda a la IA, también lo es el que las empresas especializadas en esta tecnología experimentarán un enorme crecimiento de sus ingresos y beneficios. Se presenta así una extraordinaria oportunidad de inversión, y por dicho motivo la IA es uno de los temas de inversión centrales de nuestra estrategia Digital.

Chips más pequeños e inteligentes

Los inversores disponen de dos vías para acceder a las inversiones en IA: el hardware o el software.

En el área del hardware, los semiconductores son un excelente territorio de caza. El deep learning exige una enorme capacidad de procesamiento, lo que significa un incremento de la demanda de procesadores gráficos potentes (GPU), capaces de manejar tareas paralelas de procesamiento y por lo tanto de hacer posible que los ordenadores analicen y empleen enormes cantidades de datos.

Los vehículos autónomos, por ejemplo, tienen mucho que aprender, tanto de su entorno inmediato como de cuál debe ser su reacción ante distintas situaciones. Con el fin de mejorar este aspecto, recientemente Tesla ha multiplicado por cuarenta la capacidad de procesamiento de su sistema autopilot gracias a sus nuevos GPU. Todo indica que los fabricantes recibirán con los brazos abiertos cualquier nuevo avance tecnológico.

Puesto que la mayoría de la producción de chips GPU se externaliza (ya que las compañías especializadas en GPU se centran en el diseño y no en la producción), esto debería conducir a mejores perspectivas de crecimiento de la industria de producción de chips y del sector OSAT (Outsourced Semiconductor Assembly & Test).

Cuanto mayor sea la complejidad de las máquinas al servicio de la inteligencia artificial, mayor será la memoria que necesiten para funcionar. Por ejemplo, un solo segundo de conducción autónoma puede generar hasta un gigabyte de datos y toda esa información necesita ser almacenada de alguna manera y en alguna parte. Así, este factor favorecerá la demanda de chips de memoria y de soluciones de almacenamiento en la nube.

En resumen y basándonos en los intercambios que hemos mantenido con las principales empresas del sector de semiconductores, creemos que para 2020 la IA podría suponer cerca del 25% de la demanda total de semiconductores, siendo el porcentaje actual de entre el 10 y el 15%.

Superpotencia del software

La transformación que la IA está impulsando en el software se produce, si cabe, a una velocidad aún mayor. En nuestra opinión las empresas de software digital son las que más se beneficiarán de la IA, ya que pueden lograr ingresos recurrentes gracias a las suscripciones y a los nuevos productos. En el caso de las empresas de semiconductores, por el contrario, es muy probable que estos beneficios se circunscriban a un único ciclo de compra.

Empresas como Facebook, Baidu, Salesforce.com o Medidata tienen a su disposición en sus respectivos campos cantidades ingentes de datos de empresas y consumidores y son capaces de ofrecer a sus clientes servicios con valor añadido basados en la IA .4

Lo que es capaz de hacer el software de IA con el tratamiento de datos es virtualmente ilimitado y las empresas ya están experimentando sus ventajas. Netflix, por ejemplo, calcula que evita pérdidas de ingresos de en torno a 1.000 millones de dólares anuales por anulaciones de suscripción al ofrecer resultados de búsqueda y recomendaciones personalizados.5 Amazon, por su parte, ha logrado reducir los costes operativos de sus almacenes en al menos un 20% gracias a los robots autónomos.

Solo hay una manera de seguir en cabeza y es adaptándose a la revolución robótica.

Otras aplicaciones que están por llegar, utilizarán el big data para predecir qué titulares de póliza son más proclives a solicitar indemnizaciones importantes a los seguros, la digitalización de la evaluación de la calidad crediticia en la solicitud de préstamos o el visionado de horas y horas de metraje de cámaras de vigilancia en unos pocos segundos para identificar a los sospechosos de un delito.

En última instancia, la clave del éxito corporativo en el mundo digital será la capacidad de analizar ingentes volúmenes de datos para convertirlos en oportunidades de negocio. En el caso del inversor, una de las maneras más directas de aprovechar la IA será seleccionando a los especialistas en tecnología que ofrezcan el mejor hardware y software. Solo hay una manera de seguir en cabeza y es adaptándose a la revolución robótica.