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Sostenibilidad medioambiental

La nueva arma contra la contaminación de los mares: las bacterias «comeplásticos»

Noviembre 2019

Una investigación de la Universidad de Creta ha demostrado que tanto algunos organismos naturales como otros producidos mediante la ingeniería biológica son capaces de degradar transformar y digerir los microplásticos presentes en los mares.

El problema de la contaminación de los mares está muy lejos de resolverse, pero quizás contemos con un nuevo aliado para luchar contra nuestra propia contaminación de las aguas de todo el mundo. Un estudio publicado recientemente en el Journal of Hazardous Materials ha subrayado la acción de bacterias que se alimentan de microplásticos y, de esa forma, contribuyen a su degradación. Un mecanismo biológico totalmente natural que, en efecto, los científicos denominan «biodegradación».

La guerra de los microplásticos

Cada año, la humanidad arroja al mar 8 millones de toneladas de plástico, más de 20.000 kg al día. Si seguimos a ese paso, para el año 2050 nuestros océanos contendrán más plástico que peces. Además, la mayor parte de los organismos marinos ingiere muchos microplásticos, fragmentos inferiores a los 5 mm que se separan de los trozos más grandes debido a la acción del mar, del viento y de los rayos UV. De esta manera, el nivel de toxicidad de nuestro impacto sobre toda la cadena alimentaria aumenta vertiginosamente, para después regresar a nuestra mesa en el pescado que comemos. Por este motivo, es fundamental dar con una forma de «barrendero de los mares», como las bacterias, para ganar esta guerra. La investigadora Evdokia Syranidou de la Universidad de Creta ha explicado en la publicación que «una gran variedad de organismos puede establecerse sobre la superficie [del plástico] expuesta a la intemperie, utilizándola como sustrato y como fuente de carbono».

El éxito de los experimentos con bacterias

Para probar la eficacia de estas bacterias, los investigadores recogieron directamente de las playas griegas fragmentos de polietileno, el usadísimo PET, y de poliestireno, y los sumergieron en cubas de agua con dos tipos distintos de bacterias: microorganismos que viven en el mar y cepas creadas mediante ingeniería biológica que pueden vivir utilizando el PET y el poliestireno como fuentes de carbono. Tras 5 meses de «tratamiento», los investigadores observaron las mutaciones y descubrieron que los dos tipos de bacterias habían degradado, transformado y digerido el plástico, consiguiendo una reducción total del 11% del peso del poliestireno y del 7% del peso del PET. 

La enzima modificada por casualidad en el laboratorio

Pero el descubrimiento del equipo griego no ha sido algo inesperado. En 2018, un grupo de investigadores de la Universidad de Portsmouth y del Laboratorio Nacional de Energías Renovables del Departamento de Energía de EE.UU. estaban colaborando para comprender el comportamiento de la bacteria PETase, llamada así porque se come el PET. Durante este estudio «fueron más allá, al descubrir por casualidad una enzima mucho más eficaz para desintegrar los plásticos PET», se lee en las conclusiones publicadas en el Proceedings of The National Academy of Sciences (Phas). Una vez más, la naturaleza nos ha echado una (gran) mano.