ÚNASE A PICTET PARA TI

Reciba las últimas novedades de nuestro blog

Sostenibilidad medioambiental

Las mascarillas y equipos contra el coronavirus: ¿qué pasa si no los reciclamos bien?

Septiembre 2020

La lucha contra la crisis del COVID-19 no puede convertirse en un problema medioambiental. Estos son los problemas que generan el mal reciclado de mascarillas y otros equipos de protección personal contra el coronavirus.

La llegada de la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 también ha hecho que haya rebrotado una crisis del reciclaje. Muchas mascarillas y equipos utilizados durante la pandemia no se han reciclado correctamente y han llegado a la naturaleza, donde no sólo suponen un problema de infección para las personas, sino también un problema medioambiental.

Tal como apunta Euronews en este artículo, son muchas las personas que han alzado la voz en defensa de la naturaleza. Uno de ellos, el buceador francés Laurent Lombard, se hizo viral tras grabar imágenes en el mar Mediterráneo cerca de Antibes con gran cantidad de mascarillas y guantes que sus antiguos propietarios habían desechado sin preocuparse por su reciclado.

Según estimaciones que la Politécnica de Turín hizo antes de la desescalada en Italia, las necesidades eran de 1.000 millones de mascarillas y 500 millones de guantes al mes. Si unimos estos datos a los de un informe del WWF que apunta que “si sólo el 1% de las mascarillas se desecharan de forma incorrecta, esto daría lugar a que 10 millones de mascarillas contaminaran el medio ambiente cada mes”. O lo que es lo mismo, “40 mil kilogramos de plástico en la naturaleza”. Únicamente en Italia.

Un mal para la naturaleza

Tanto las mascarillas como los equipos contra el coronavirus están compuestos principalmente por plástico, por lo que son difícilmente degradables. Así, su mal reciclaje hace que su permanencia en la naturaleza se prolongue por muchos años, durante los cuales libera sustancias tóxicas adheridas o pequeños fragmentos. Estos acaban luego en el estómago de muchos animales y, a través de la cadena alimenticia, también en el nuestro.

Según apunta Miguel Muñoz de SEO/BirdLife en la web de RTVE, “muchas personas, movidas por el pánico no se llevan a casa la mascarilla o los guantes una vez utilizados cuando consideran que ha terminado su usabilidad, los tiran y arrojan en cualquier sitio. Por eso, el conocimiento científico es fundamental “para que la gente tenga la información del impacto de sus acciones, más allá del daño estético y que sepa que un acto que parece inocuo conlleva un importante daño ambiental”.

El artículo sostiene que las mascarillas y los equipos contra el coronavirus pueden tardar hasta 400 años en descomponerse. Por ello, además de reciclar bien todos estos materiales, también es importante apostar por los que son biodegradables, ya que se descomponen en un periodo mucho más corto. A día de hoy existen de todo  tipo, desde guantes biodegradables (que tardan unos 30 años en descomponerse) hasta filtros antivirales biodegradables, como los desarrollados por el CSIC.

¿Cómo reciclarlos correctamente?

Aunque existan equipos hechos de materiales biodegradables que recortan los tiempos de descomposición, la mejor manera es reciclarlos bien. Por ello, para evitar que se conviertan en un problema para la naturaleza, Sara Güemes, coordinadora del Proyecto Libera en Ecoembes, apunta que “los guantes y mascarillas, a pesar de estar hechos en su mayoría con polímeros derivados del petróleo, como nitrilo o neopreno, deben ir al contenedor de basura habitual, el de rechazo o resto, y nunca al amarillo, destinado a envases de plástico, briks y latas”.

Así, aunque se trate de un momento excepcional y la prioridad absoluta es parar al virus, hay que utilizar el sentido común y que la protección contra el virus sea compatible con el cuidado del medio ambiente.