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Innovación

Riesgo y rendimiento, pero también impacto: las nuevas formas de crearse una cartera

Actualmente, los inversores también desean apoyar a empresas con un impacto social y medioambiental positivo.
Junio 2020

A la hora de crearse una cartera, los inversores tienen en cuenta su tolerancia al riesgo y su necesidad de rendimiento. Pero cada vez más ahorradores introducen un tercer criterio en sus decisiones: el impacto social y medioambiental de su inversión.

No todos los ahorradores tienen los mismos objetivos de inversión ni disponen de las mismas cantidades para invertir, y no todos pueden permitirse asumir el mismo riesgo. De todas estas situaciones se derivan composiciones de carteras muy distintas entre sí.

A la hora de crear su propia cartera o de solicitar a un especialista que se encargue de crearla por ellos, los inversores particulares deben tener en cuenta una serie de parámetros importantes. En primer lugar, deben evaluar su horizonte de inversión y responder a esta pregunta central: ¿cuándo pueden necesitar sus ahorros? Solo deben invertir en los mercados financieros las cantidades que puedan tener inmovilizadas durante un periodo prolongado, dado que los mercados están sujetos a grandes fluctuaciones.

Dos parámetros históricos: el riesgo y el rendimiento

Una vez que hayan determinado los importes que estarían dispuestos a dedicar a su cartera de valores, deberán definir sus prioridades. Algunos desean obtener un mayor rendimiento, incluso a expensas de un riesgo elevado. Otros aceptan una perspectiva de menor rendimiento, dando más importancia a conservar su cartera y a limitar su volatilidad. Este tándem formado por el rendimiento/riesgo es fundamental y debe tenerse en cuenta: no existe remuneración elevada que no esté expuesta a un gran riesgo. Ese es el motivo por el que, por ejemplo, las acciones normalmente ofrecen una rentabilidad más alta que los bonos de los Estados considerados sólidos. Si un inversor asume un riesgo moderado comprando bonos alemanes a 10 años, estará exponiendo su cartera a mayores fluctuaciones si invierte en el capital de un fabricante de automóviles. A cambio de asumir este riesgo considerable, el rendimiento de la acción —es decir, el dividendo—, será claramente mayor en años de vacas gordas que el cupón de un bono.

Actualmente, los dos parámetros esenciales del riesgo y el rendimiento se complementan con un tercero, de carácter extrafinanciero: el impacto de la inversión en la estrategia de la empresa, en los sujetos sociales, en los asuntos medioambientales y en el plan de gobierno. Participar en el capital de una empresa no se limita a financiarla y a recibir dividendos a cambio: también significa apoyarla en su actividad empresarial y en su estrategia. Sin embargo, algunas empresas muestran comportamientos reprobables desde el punto de vista social. Otras tienen un impacto medioambiental muy negativo, contribuyendo a la reducción de la biodiversidad o a fomentar el cambio climático. Los inversores más comprometidos se niegan a apoyar estas prácticas y excluyen de su cartera sectores completos. 

Las ventajas de la gestión en función del impacto

Para invertir sus ahorros de manera responsable, otros prefieren dar prioridad a la inversión en función del impacto. La idea es identificar bien, incluso entre los sectores más desacreditados, cuáles son las empresas que no hacen ningún esfuerzo y cuáles son las que, por el contrario, muestran una trayectoria de mejora constante, incluso si les sigue quedando un gran margen para el progreso. Así, las gestoras, que representan a miles de inversores, ejercen su influencia para lograr nuevos esfuerzos por parte de las empresas. De esta forma, suelen emplear su derecho de voto en la Asamblea General y, si ven que la empresa no reduce su impacto medioambiental, pueden optar por retirar el capital enajenando sus participaciones.

A corto plazo, el inversor no está protegido contra un menor rendimiento global. La gestión en función del impacto requiere equipos de gestión que estudien los criterios tanto financieros como extrafinancieros: un análisis más detallado que tiende a incrementar los costes. Sin embargo, a medio plazo, el tándem riesgo/rendimiento de la cartera experimentará una clara mejora. En función de estos criterios, los equipos de gestión pueden efectivamente distinguir las empresas que progresarán de las que perderán definitivamente su credibilidad y, por consiguiente, un gran volumen de negocios. Por tanto, la inversión en función del impacto va mucho más allá de la mera voluntad de ser responsable: también tiene por objeto lograr un efecto positivo, con el tiempo, sobre el rendimiento de la cartera.

En conclusión

  • Hasta ahora, los ahorradores creaban sus carteras en función de dos parámetros: el riesgo y el rendimiento.
  • Actualmente, una parte de ellos cada vez mayor tiene en cuenta el impacto social y medioambiental de sus inversiones.
  • A medio plazo, esta estrategia guiada por convicciones extrafinancieras tiene por objeto mejorar el rendimiento de la cartera.