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Inversiones

Cómo invertir mientras dure el COVID-19

Octubre 2020

Tecnología, inteligencia artificial, y respeto por el medio ambiente, la sociedad y una gestión corporativa respetable marcan las tendencias para invertir en la nueva normalidad que nos impone cruelmente el COVID-19.

El impacto de la crisis pandémica de COVID-19, con todo el drama social que conlleva, impone la exigencia de repasar el estado de las inversiones y analizar cuál es el camino que se debería emprender en esta tesitura. 

Al envejecimiento de la población y las inminentes jubilaciones de los baby boomers se suma el cuantioso desembolso que los gobiernos están realizando para luchar contra la pandemia, tanto desde un punto de vista sanitario, como socioeconómico (ERTES, ayudas, recortes). Al respecto, estudios vaticinan que en 2020 se alcanzarán máximos históricos de deuda pública, con un déficit del -9,6% para la eurozona en su conjunto, un -17,4% para los EE.UU. y un -13% para el Reino Unido. 

Es aún pronto para poder tener una visión clara de la situación, pero los expertos coinciden en una serie de aspectos. 

En primer lugar indican que, como consecuencia de esta crisis, se está experimentando una bajada de los tipos de interés para depósitos a largo plazo que lastra su rentabilidad, con lo que esta opción deja de ser atractiva para los inversores para canalizar sus ahorros. 

Los expertos aconsejan invertir en sectores que no deberían verse afectados por la pandemia, para así proteger nuestro patrimonio y, en la medida de lo posible, hacerlo crecer a largo plazo. Hablan del sector energético (España este año está batiendo todos sus récords de fotovoltaica), del gas, de las plataformas de visionado on demand, de productos básicos, de farmacéutica, y, cómo no, de servicios de entregas a domicilio. Pero también animan a apostar por la tecnología y la inteligencia artificial, que tiene cada vez más presencia en  sectores muy variados (hablamos de su aplicación en la lucha contra el COVID o contra los incendios forestales, en la conducción autónoma y en las futuras ciudades inteligentes), y toca a mayores franjas de nuestras sociedades. Aquí apuntamos por ejemplo al  cambio sociodemográfico que ha supuesto el coronavirus, que ha empujado a generaciones poco acostumbradas al consumo online a familiarizarse y adoptarlo en su día a día.

Las inversiones socialmente responsables, que siguen los criterios ASG (ambiente, sociedad y gobernanza corporativa), pretenden ser más respetuosas con el medioambiente, los recursos humanos y la sociedad. Tras años en auge, siguen marcando tendencia en este contexto. La extendida conjetura de que esta pandemia se debe a una suerte de castigo divino ha ayudado en parte a concienciar a aquellos rezagados que aún renegaban del cambio climático. Así, durante y después de la pandemia se ha visto un aumento del reciclaje por parte de la ciudadanía (Ecoembes indica un 15% solo en lo que a plásticos se refiere), y de iniciativas pertinentes desde los consistorios. Todo ello va en favor de este tipo de inversiones, que no solo se han demostrado igual o más rentables respecto a las que no lo son, sino que lejos de sufrir una repercusión negativa a raíz de la pandemia, se están fortaleciendo cada vez más.

En cuanto a tecnología, además de las mencionadas iniciativas de inteligencia artificial, los expertos también recomiendan fijarse en soluciones para la digitalización y la construcción inteligente para un urbanismo más sostenible. En este sentido, cabe recordar que la mejora de hogares y negocios en estos ámbitos reducirá sus elevadas emisiones de CO2 a la atmósfera —generan el 56% de la contaminación de las ciudades— lo que  acercaría nuestras ciudades a su transformación en smart cities.

Asimismo, ante la perspectiva de que los bancos centrales se verán obligados a financiar estados y empresas, la deuda corporativa con grado de inversión y la deuda pública son también buenas opciones a tener en cuenta. Por el contrario, desaconsejan los bonos high yield, bonos que ofrecen una alta rentabilidad por ser emitidos por empresas con baja calidad crediticia, debido a que la recesión a la que el mundo se enfrenta de manera general debería impactarlas en mayor medida.

Los fondos de inversión son una buena opción para exponer nuestro patrimonio a todas estas tendencias. Por la diversificación de los riesgos que conllevan, sobre todo en el caso de los fondos de gestión activa, por su seguridad jurídica, y porque nos evitan tener que adentrarnos en campos que sólo un profesional de la inversión puede entender plenamente. Así lo corroboran las cifras: según los datos de Refinitiv, entre enero y junio el volumen de activos bajo gestión del sector aumentó en 123.000 millones de euros, de los cuales 105.600 millones correspondían a fondos de gestión activa.

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