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Innovación

El COVID cambia la arquitectura e impulsa las Smart Cities

Agosto 2020

Epidemias, pandemias y enfermedades han sido propulsoras históricas en el progreso de la arquitectura. Así, en el actual contexto pandémico, arquitectos de todo el mundo hipotetizan los cambios que el Covid-19 impondrá a viviendas, edificios y al plano urbanístico.

Si bien no es el primero de la historia, el Sanatorio de Paimio (1933), en Finlandia, es uno de los edificios más emblemáticos y representativos de la evolución del diseño y de la sociedad, impulsada por una enfermedad. Esta institución, construida por Hugo Alvar Henrik Aalto y su primera esposa, Aino, representó una revolución tanto en el campo de la arquitectura como de la medicina. 

El sol se había demostrado útil para matar la bacteria de la tuberculosis y el arquitecto decidió por ello incorporar grandes ventanas que iluminaran las habitaciones, así como balcones y una azotea para que los pacientes pudieran dormir al sol o pasar tiempo sentados en una silla diseñada específicamente por el propio Aalto. 

Esta necesidad de luz, amplitud y aire es también lo que ha servido de propulsor para movimientos modernistas como el alemán Bauhaus o la escuela estilística iniciada por el francés Le Corbusier. La obra arquitectónica moderna se basa, en efecto, en espacios diáfanos y bien iluminados para luchar contra la oscuridad y el polvo, hogar de bacterias y enfermedades. 

De este desarrollo histórico desciende el actual culto a los espacios abiertos, en los que se buscan ambientes que susciten la sensación de amplitud y luminosidad (lofts, oficinas open space). Sin embargo, el coronavirus ha puesto de manifiesto que la separación de espacios también vuelve a ser imprescindible, tanto por la necesidad del distanciamiento social para la prevención del contagio, como para lograr una mejor convivencia de las distintas actividades que varios miembros de un mismo hogar puedan estar desarrollando durante un confinamiento.

Lo que ha mostrado la cuarentena

El arquitecto e investigador originario de Turquía y afincado en Nueva York, Koray Duman, observa que durante la cuarentena los diseñadores de interiores fueron muy solicitados, porque muchos se dieron cuenta de todo aquello que no les gustaba en su hogar. En España también se notado esta misma tendencia, como indican Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, socios fundadores de Nieto Sobejano Arquitectos, en su entrevista con el diario Abc: “el confinamiento en casa ha hecho consciente a la gente de la importancia fundamental que tiene la calidad del espacio interior que habitamos, la enorme influencia que tiene en el bienestar”.

Está de acuerdo su compañero de oficio, Carlos Rubio Carvajal quien en su currículo suma trabajos como la intervención paisajística de Madrid Río, la remodelación del madrileño Mercado de la Cebada o la transformación del Salón de Reinos en una ampliación del Museo del Prado junto a Norman Foster. Rubio se muestra seguro de que la arquitectura postpandémica no será muy diferente de la que conocemos, aunque será necesario repensar la vivienda para adaptarla al teletrabajo, las terrazas como un espacio que pueda abrirse o cerrarse según necesidad, y la ciudad como un mayor espacio público más amable y sostenible, con calles que permitan el tránsito pero no el estacionamiento.

Luis Vidal también comparte esta visión, aunque él apuesta por espacios móviles para las viviendas y la ayuda de la Inteligencia Artificial y del big data para edificios destinados a servicios, como su proyecto para el Aeropuerto Internacional de Pittsburgh. Además, auspicia que aumentará el uso de materiales como el cobre, la plata y el dióxido de titanio, debido a la corta duración de la vida de los virus en ellos.

Dado el riesgo que suponen los medios de transporte público durante una pandemia, con el Covid-19 se ha experimentado un repunte del uso de vehículos de movilidad personal como la bicicleta o los monopatines. A ello hay que sumar lo que ha mencionado Rubio: circular, pero no ocupar espacios que se deberán aprovechar para respetar la distancia social. 

José María Ezquiaga, urbanista asesor del Ayuntamiento de Madrid y miembro del comité de especialistas designados para pensar en una nueva capital postcovid, comparte este enfoque. Propone una SmartCity, un núcleo urbano que, gracias a las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), favorece un desarrollo sostenible, una mayor eficiencia en el uso de los recursos a disposición de una ciudadanía activa y el incremento de la calidad de vida de esta. Más concretamente, apunta a una ciudad de los 15 minutos — un núcleo urbano en el que todo lo necesario se encuentre a esta distancia andando de la propia vivienda— y resume en tres características la clave para ello: densidad, complejidad y continuidad. La densidad se refiere a la población residente en los barrios; la complejidad, al uso múltiple del mismo espacio para varios fines; y la continuidad, a evitar que haya huecos urbanísticos como Madrid Norte.

Actualmente en España existen propuestas como las de Minsait, una unidad de negocios de Indra enfocada a las soluciones tecnológicas para ciudades inteligentes y resilientes, la cual ha diseñado un modelo en el que se incluyen la detección temprana de riesgos, la coordinación sanitaria, la colaboración público-privada digital y la reactivación de la economía y el empleo. 

Pero la realidad postpandémica también incluye algunas propuestas más “analógicas”. Es el caso de la de Jordi Fernández y Eduardo Gutiérrez, impulsores de Nou Parc: dar una segunda vida al estadio del Fútbol Club Barcelona creando un parque alrededor de este. Así, no solo aprovecharía un mismo espacio y mejoraría la conexión entre zonas, sino que también cumpliría con el mínimo de espacios verdes recomendado por la OMS. Este pulmón verde, además, produciría 15.000 kg de oxígeno y absorbería 25.000 de CO2 a diario, lo que se traduce en el incremento de la calidad del aire en un 30% y, a su vez, la prevención de alrededor de 400 muertes prematuras al año.