Sacar más partido de la A y la S
Si la importancia del gobierno corporativo es bien conocida, los factores ambientales y sociales suelen ser más difíciles de cuantificar y analizar en lo que a su influencia sobre los resultados empresariales se refiere. Sin embargo, los beneficiarios finales para quienes invierten los gestores de activos –particulares, fondos de pensiones e instituciones– consideran que estos dos factores son aún más importantes. Esta disparidad de percepciones podría deberse, en parte, a sus diferentes horizontes temporales.
En comparación con los factores ambientales, los problemas de gobierno corporativo pueden notarse mucho más rápidamente –lo que podría explicar su importancia para los gestores de activos, que con frecuencia son evaluados en función de la rentabilidad trimestral.
En cambio, los propietarios de activos pueden esperar razonablemente mantener su patrimonio para las generaciones venideras.
Aquí el obstáculo es que, al ser más difícil cuantificar los componentes ASG ambientales y sociales, así como calcular en qué momento aparecerán, es más fácil soslayarlos desde una perspectiva puramente financiera. Es un caso parecido al de quien busca sus llaves perdidas solamente debajo de una farola, porque es la única zona iluminada.
Los resultados en materia de ASG son el lenguaje corporal empresarial que ofrece una información más amplia que la que pueden proporcionar los balances.
Con todo, un enfoque cuidadosamente diseñado puede ayudar a esclarecer cómo se desarrollan estos factores.
Por ejemplo, los problemas medioambientales graves a menudo son puestos de manifiesto por una cultura empresarial que muestra cierta predisposición a admitir infracciones de menor importancia. Sirva como ejemplo la catástrofe de la plataforma Deepwater Horizon de BP, la cual cabía esperarse teniendo en cuenta el deficiente historial medioambiental de la compañía en otros emplazamientos a lo largo de varios años.
Cuando se producen catástrofes, los costes ambientales no son solo directos. También pueden alterar las cadenas de suministro. Por ejemplo, algunos motores contaminantes han dejado de fabricarse. Las empresas que aún utilicen modelos anteriores y que no tengan en cuenta estos cambios pueden terminar soportando unos costes considerables de desarrollo y mantenimiento.
La regulación ofrece un marco de normas para las empresas, así como un calendario que los inversores pueden seguir de cerca. Esto es especialmente cierto en el caso de las cuestiones medioambientales, donde las disposiciones reglamentarias se están adaptando a la creciente concienciación pública. Fijémonos por ejemplo en las nuevas normas impuestas al transporte marítimo mundial por la Organización Marítima Internacional (OMI). A partir de 2020, la OMI reducirá el límite permitido de contenido de azufre en el combustible de los buques del 3,5% al 0,5% en masa. La forma de reaccionar de las empresas proporciona información no solo sobre sus credenciales ASG, sino sobre la calidad de su gestión. Algunas compañías navieras ya han empezado a prepararse; otras no lo han hecho, quedando expuestas a cuantiosos costes en el futuro.
Por otra parte, varios investigadores del Imperial College han descubierto que el cambio climático está incrementando los costes de financiación en los países en desarrollo.5
Los factores sociales están aún más íntimamente relacionados con la evaluación del lenguaje corporal empresarial. No obstante, los riesgos son cada vez más patentes. Se está presionando a las empresas para que reduzcan las diferencias salariales entre hombres y mujeres y para que aumenten la remuneración de los peor pagados. En las empresas con márgenes estrechos y grandes plantillas pagadas con el salario mínimo, esta tendencia podría afectar significativamente a los beneficios. Las empresas con relaciones laborales deficientes, o que no aborden cuestiones tales como la discriminación, no solo se enfrentan a problemas potencialmente costosos con sus plantillas, sino que corren el riesgo de perjudicar el valor y la reputación de su marca, sobre todo debido a la amplificación de los titulares negativos en redes sociales –como Ryanair, por ejemplo, que ha aprendido por experiencia propia. Otras se enfrentan al estigma de la percepción negativa que se tiene de su trato a los usuarios, como en el caso de Facebook.