Renta fija asiática: introducción
Nunca se debe desperdiciar una buena crisis.
Si hay una región en el mundo que ha seguido este consejo al pie de la letra, esa es Asia.
Dos décadas después de la crisis cambiaria en la región, las economías asiáticas han prosperado, beneficiándose de las reformas institucionales, regulatorias y de los mercados de capitales que han impulsado la competitividad internacional de la zona.
Actualmente, Asia emergente es la región de más rápido crecimiento del mundo, con una economía que se expande a un ritmo ligeramente superior al 6% anual1. Gracias a estos sólidos fundamentales los mercados de bonos asiáticos se están volviendo más amplios y diversos, y se están convirtiendo en un foco de atracción para cada vez más inversores, tanto nacionales como internacionales.
Los bonos de la región ofrecen unos rendimientos atractivos y una baja volatilidad, por lo que merecen ser una posición estratégica para quienes deseen obtener unos niveles de ingresos aceptables sin renunciar a la diversificación.
Panorama general: la abundante oferta asiática
En el universo de bonos asiáticos los inversores pueden elegir entre cuatro subclases de activos: bonos del Estado denominados en moneda local o en USD, bonos corporativos y deuda “onshore” china denominada en renminbi (RMB) (véase el gráfico).
- Deuda soberana asiática en moneda local: estos instrumentos son más sensibles a los cambios en las condiciones macroeconómicas nacionales; este mercado es adecuado para inversores que deseen beneficiarse tanto del crecimiento a largo plazo de las economías asiáticas como del potencial de apreciación a largo plazo de las divisas asiáticas. También existe la posibilidad de que la deuda soberana en moneda local se convierta con el tiempo en una clase de activos defensivos, como ha ocurrido con los “US Treasuries” o los bonos del Estado japoneses.
- Deuda soberana asiática en USD: este universo denominado en dólares permite a los inversores sacar partido a los sólidos fundamentales económicos de Asia, pero sin exposición a divisas. Los inversores en este tipo de bonos deberían beneficiarse de la previsible mejora del perfil crediticio de los emisores, que debería convertirse en la principal fuente de plusvalías a largo plazo.
- Bonos corporativos asiáticos en USD: esta clase de activos se compone de instrumentos con calificaciones elevadas; casi el 70% de los emisores tienen una calificación BBB y superior. Este porcentaje contrasta con el 54% del conjunto del mercado de deuda emergente. La mayoría de los emisores se encuentran en una posición de mayor solvencia para atender el servicio y reembolso de su deuda que sus homólogos de otras regiones, gracias a sus considerables reservas de efectivo y a su bajo nivel de endeudamiento. El ratio deuda neta-EBITDA de las empresas asiáticas se sitúa en torno a 1,7 veces, frente a las 2,1 veces del mundo emergente y las 2,8 veces de EE.UU. Es más, el crédito asiático debería convertirse en una fuente aún más abundante de oportunidades de inversión a medida que las empresas locales prescinden cada vez más de los préstamos bancarios a corto plazo y recurren a la financiación por deuda a más largo plazo.
- Deuda “onshore” china: los bonos denominados en RMB, que ya constituyen el tercer mayor mercado de bonos del mundo, están creciendo rápidamente gracias a sus atractivos rendimientos y a su exposición a una moneda con potencial para una fuerte apreciación. Hasta hace poco, los bonos “onshore” chinos han quedado excluidos de los principales índices de bonos emergentes y globales, pero parece que esto va a cambiar pronto. Las medidas de Pekín para liberalizar el mercado de capitales deberían contribuir a la inclusión de China en los principales índices de bonos globales, lo cual podría llegar a generar hasta 286.000 millones de USD de entradas nuevas en la clase de activos. Además, prevemos que el RMB se convertirá en una de las principales divisas internacionales en los próximos años, lo que debería contribuir a atraer la demanda extranjera de activos chinos y, a la larga, a incrementar el valor de la divisa.
Los cuatro instrumentos tienden a obtener unas rentabilidades ajustadas a la volatilidad mejores que muchos de sus equivalentes de los mercados emergentes y desarrollados (véase el gráfico).