Introducción
En los últimos 25 años, las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) han transformado la economía y la sociedad. Más de 5.000 millones de personas, es decir, más de dos terceras partes de la población mundial, tienen acceso a Internet1, mientras que tres cuartas partes del mundo poseen ya un teléfono móvil2.
Este vasto y dinámico ecosistema digital ha dado lugar a nuevos sectores, como el de las redes sociales, y ha revolucionado los ya existentes, como el financiero, a través de innovaciones como la banca y los pagos digitales.
No es exagerado afirmar que la tecnología se ha convertido en un instrumento fundamental en el intento de la humanidad de resolver muchos sus problemas medioambientales y sociales. Los continuos avances de las tecnologías fundamentales, especialmente de los semiconductores y las redes, están ahora propiciando las innovaciones de la inteligencia artificial (IA) que, sin duda, influirán enormemente en la sociedad en los próximos años. La industria de las TIC, cuyo valor asciende a 23 billones de USD, se está volviendo más complejo e interconectado, afectando a sectores tan diversos como el comercio minorista, la sanidad y la industria3.
Por lo tanto, no es de extrañar que, debido a su rentabilidad superior ininterrumpida, las acciones de empresas tecnológicas representen una parte cada vez mayor de las carteras de los inversores, con independencia de que su gestión sea pasiva o activa.
Y más significativo aún es que constituyan una asignación todavía mayor en las carteras construidas conforme a criterios ASG: el sector tecnológico del índice S&P 500 constituye la mayor asignación en muchos de los fondos ASG más destacados4. La creciente influencia de las empresas tecnológicas también conllevará la posibilidad de que los inversores quieran someterlas a un examen más riguroso.
A primera vista, las sólidas credenciales ASG del sector de las TIC son fáciles de racionalizar. Son muchas las grandes empresas de la industria cuya huella de carbono es baja, y el sector incluye también compañías que desarrollan productos y servicios que contribuyen a la consecución de una economía más sostenible.
Pero eso no significa que los inversores ASG puedan permitirse el lujo de ser autocomplacientes. El dinamismo del sector tecnológico implica que sus credenciales ASG también estarán en constante evolución. Aunque muchas de las consideraciones ASG podrían aplicarse a empresas de todos los sectores, en el caso de las TIC adquieren mayor importancia.
Todo lo cual significa que ahora es más importante que nunca que los inversores se mantengan atentos a los riesgos y oportunidades ASG que surjan en el sector de las TIC en general.
Las consideraciones ASG de las empresas tecnológicas son variadas y complejas. Se dividen en dos grandes categorías:
- Riesgos y oportunidades financieros más importantes del sector tecnológico o cuestiones que pueden repercutir en la cuenta de resultados. Estas cuestiones pueden afectar negativamente a las empresas si se gestionan mal o convertirse en una ventaja competitiva para aquellas que asuman un papel protagonista a la hora de abordarlas.
- Impacto positivo del sector tecnológico en el medio ambiente o la sociedad a través de sus productos y servicios.