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Noviembre 2016
Material de marketing

El triunfo de Trump – valoración del próximo presidente de EE.UU.

Aunque sus planes de estímulo fiscal y recortes de impuestos podrían proporcionar un impulso muy necesario al crecimiento sus opiniones sobre el comercio global deberían preocupar a los inversores.

Más allá de la conmoción inicial

La campaña para las elecciones presidenciales de EE.UU. más divisiva y agria que se recuerda ha terminado con el inesperado voto de los americanos a favor de poner boca abajo el orden establecido, entregando al populista Donald Trump las llaves de la Casa Blanca.

El candidato republicano, entre cuyas propuestas políticas se encuentra construir un muro a lo largo de la frontera mexicana, imponer aranceles al comercio mundial y recortar el impuesto de sociedades, venció a su rival demócrata Hillary Clinton al conseguir muchos más de los 270 votos del Colegio Electoral que necesitaba para convertirse en el 45º presidente de EE.UU.

A más largo plazo, hay motivos para que los inversores estén a la vez desanimados y animados por la presidencia de Trump.



La clave del éxito electoral de Trump fue su triunfo en los estados bisagra de Florida, Iowa, Carolina del Norte y Ohio. Asegurándose su ventaja, los republicanos consiguieron también mantener la mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado.

A medida que el mapa político americano se teñía de rojo, lo hacían también los mercados de renta variable del mundo, que en gran medida habían desechado la opción de los "agitadores" republicanos.

A más largo plazo, hay motivos para que los inversores estén a la vez desanimados y animados por la presidencia de Trump.

Trump no favorece al comercio

Quizás la mayor amenaza para el crecimiento global y los mercados financieros sea la vena proteccionista de Trump. Sus propuestas de elevar los aranceles –prometiendo, entre otras cosas, gravar las importaciones chinas con un impuesto del 45%– son un motivo de inquietud. Su denuncia de China como manipulador de divisas podría también provocar represalias de la segunda mayor economía del mundo.

En un momento en el que el comercio global parece estar experimentando un retroceso estructural, la postura de Trump arroja sombras sobre las perspectivas económicas del mundo.

El lado positivo: impuestos, infraestructuras

En un tono más positivo, sin embargo, la victoria aplastante del Partido Republicano en la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y el Senado podría poner fin a la paralización política que ha sufrido EE.UU. durante los últimos años.

Es más probable que los planes de Trump de recortar el tipo del impuesto de sociedades del 35% a un 15% y aumentar el gasto en infraestructuras en al menos 500.000 millones de USD – medidas que consideramos positivas para la economía americana– se materialicen ahora que su partido controla plenamente el legislativo.

También son prometedores sus planes de incentivar a las multinacionales americanas para que repatrien el dinero que han acumulado en el extranjero, y propuestas para simplificar el código fiscal y rebajar el tipo máximo del impuesto sobre la renta.

Más déficit, mayor inflación, tipos más elevados

Sin embargo, la combinación de recortes impositivos y aumentos del gasto público aumentará el déficit público de EE.UU. en los próximos años, lo que sin duda tendrá una gran influencia en la inflación y los rendimientos de los bonos.

Basándonos en las proyecciones del Council for a Responsible Federal Budget, un organismo imparcial, estimamos que el déficit presupuestario rondará una media del 6,1% del PIB anual durante los próximos 10 años, frente al 3,1% actual. Unos déficits más altos darán lugar, sin duda, a mayores presiones inflacionistas. La inflación debería influir también en el mercado laboral, en el que las propuestas de Trump de limitar la inmigración probablemente conduzcan a una aceleración del crecimiento salarial.
Los ganadores y los perdedores en la eraTrump
Trumps agenda
Fuente: Pictet Asset Management, Noviembre 2016
El resultado de todo esto es que la política monetaria de EE.UU. se endurecerá a un ritmo más rápido del que prevé la Fed actualmente. Ciertamente, el banco central podría aplazar su próxima subida de tipos hasta 2017 a raíz del impactante resultado electoral, como sugieren los mercados. Pero, a la larga, probablemente se incline más por tensar las riendas monetarias. Esto dará lugar a mayores rendimientos de los bonos y a una curva de rendimientos más pronunciada. El aumento de la inflación y un déficit mayor podrían también poner fin a la fortaleza del dólar.

Según nuestros modelos, el billete verde ya está sobrevalorado en torno a un 20% en base ponderada por el comercio. Sin embargo, un factor agravante para determinar las perspectivas del dólar y los tipos de interés de EE.UU. es la tensa relación de Trump con la Fed. Trump, duro crítico de sus políticas monetarias ultralaxas, ha encabezado peticiones de que el banco central sea auditado, lo que podría minar la independencia de la institución. Ha pedido también la dimisión de la presidenta de la Fed, Janet Yellen, cuyo mandato finaliza en 2018.

Los títulos industriales y sanitarios americanos podrían sobresalir

La victoria de Trump, y la incertidumbre que esto representa, crean un entorno más difícil para la renta variable y la renta fija, que siguen caras según patrones históricos. Fundamentalmente, creemos que los mercados globales están atrapados entre un contexto de mejora económica y una retirada de estímulos de los bancos centrales.

Hasta ahora, el deterioro de la liquidez financiera –caracterizado por la nueva puesta en marcha de las repos inversas de la Fed y la liquidación de reservas mantenidas por bancos centrales de países emergentes– se ha producido principalmente en el mercado del USD.

Lo positivo es que, si las condiciones del mercado se vuelven más volátiles, los bancos centrales podrían volver a intervenir con estímulos adicionales.

Si las condiciones del mercado se vuelven más volátiles, los bancos centrales podrían volver a intervenir con estímulos adicionales.

Por todo ello, debería haber algunos ganadores obvios con las propuestas de Trump. Sus planes de gasto en infraestructuras, por ejemplo, serían positivos para los títulos de industrias y construcción. Por otro lado, las empresas del sector sanitario, cuyos títulos han sido los que peor han evolucionado por temor a una administración liderada por Clinton que introdujera límites a los precios, también podrían protagonizar rally prolongado.

Los títulos de defensa y equipos energéticos se beneficiarían a pesar de que el precio del petróleo se verá frenado por un aumento de la oferta si se eliminan las restricciones a la perforación.

El sector financiero también podría experimentar un rally sostenido si, como ha sugerido Trump, se anula parte de la regulación bancaria implementada desde la crisis de 2008.

Más problemas para los bonos

Sin embargo, una administración encabezada por Trump tendrá probablemente un efecto negativo en los mercados de renta fija. La deuda emergente parece especialmente vulnerable. Un aumento de los rendimientos de los bonos de EE.UU. sería un factor negativo, al igual que todo nuevo declive del comercio mundial. Pero no todos los mercados de bonos emergentes tendrían problemas. La deuda emitida por exportadores de materias primas puede beneficiarse si los precios de las materias primas suben en respuesta a un gasto más elevado en infraestructuras en EE.UU.

Los riesgos políticos dominan

De cara a 2017, las clases de activos de riesgo seguirán sometidas a presiones en respuesta al cambiante clima político. Los mercados estarán esperando a ver a quiénes nombra Trump para los puestos clave de su gabinete; estarán también muy pendientes de si el movimiento contra el orden establecido que propulsó a la presidencia a este intruso en la política continúa adquiriendo fuerza en Europa. El referéndum constitucional italiano en diciembre podría proporcionar pruebas de ello.