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Transformación digital

Educación y la revolución digital post Covid-19

Febrero 2022

La pandemia ha impuesto medidas de emergencia en todo el mundo, obligando a los niños a quedarse en casa. Ahí es donde la tecnología ha sido de ayuda. Y las nuevas soluciones han llegado para quedarse.

Efectos del COVID-19 en la educación

La pandemia de COVID-19 ha sido más que una catástrofe sanitaria global: también ha tenido enormes repercusiones para la educación de millones de estudiantes de todos los niveles. De repente, la didáctica a distancia se ha convertido en la norma. En muchos casos, se ha ampliado la brecha educativa, en particular entre los países ricos y los pobres. Pero la crisis también ha ampliado las perspectivas, abirendo las puertas a mejores métodos didácticos. Ahora, esa tecnología que ha reducido las diferencias permitiendo un aprendizaje incluso a distancia —por videoconferencia a través de Zoom, con Internet y un smartphone— puede revolucionar la educación en el mundo postpandemia.

Educación y tecnología

La tecnología asociada a la educación se conoce como edtech. Según los participantes en un podcast de New Foundations producido por The Economist Intelligence Unit con el apoyo de Pictet, puede transformar radicalmente la didáctica, adaptándola al público al que se dirija.

 

«Los dispositivos llevarán un seguimiento de cada movimiento que haga el estudiante o de cada toque que realice sobre una tablet», afirma Priya Lakhani, consejera delegada de Century Tech. De esa forma, la tecnología resolvería dos problemas típicos de los sistemas educativos tradicionales: el hecho de que la educación sea igual para todos y la carga administrativa que deben soportar los docentes.

 

La plataforma adaptativa de Century Tech es capaz de supervisar cómo están aprendiendo todos y cada uno de los estudiantes, cuáles son sus lagunas y a qué velocidad están progresando. Toda esta información puede ponerse a disposición de los docentes, ayudándoles a personalizar el programa educativo de los alumnos. La información también podría transmitirse directamente a los padres, reduciendo así en un 60% el tiempo dedicado a actividades burocráticas.

 

«Cuando se habla de las oportunidades que ofrece la tecnología aplicada a la didáctica, no hace falta echarle mucha fantasía para imaginar que también la educación puede tener su "momento Netflix"», sostiene Lea Simpson, cofundadora de Brink, una empresa de consultoría educativa, y directora de Innovación de EdTech Hub. «Cabe pensar en una tecnología que ofrece contenidos adaptados de forma personalizada para cada estudiante, permitiéndole avanzar a su ritmo.» Por tanto, entre este modelo y el tradicional, existiría la misma diferencia que entre «un programa de televisión y Netflix».

 

Quienes podrían disfrutar del mayor progreso que supondría este sistema son los países en vías de desarrollo.

 

«Se estima que más del 90% de los niños de los países de baja renta y aproximadamente el 75% de los países de países de renta media-baja (es decir, 330 millones de niños) no leen o no aprenden matemáticas básicas durante la escuela primaria», comenta Simpson.

 

«A pesar de que los niños van al colegio, no aprenden las competencias fundamentales de base», confirma Jenny Perlman Robinson, investigadora del Center for Universal Education de la Brookings Institution.

 

Una de las soluciones principales es precisamente la tecnología. «Puede ofrecer ayuda a los estudiantes en función de las lagunas de estos», afirma Sridhar Rajagopalan, creador del programa educativo indio Mindspark. «La tecnología no implica que se usen vídeos o animaciones para hacer divertidas las clases. Quiere decir, antes que nada, personalizar... Puede ayudar realmente a los países a saltarse etapas que, de lo contrario, les llevarían mucho más tiempo

 

Pero aún hay dificultades. Los países en vías de desarrollo tienen limitaciones infraestructurales en relación con el suministro eléctrico y la conectividad. En algunos lugares, como Afganistán y Uganda, la radio ha sido una importante herramienta que ha permitido a los estudiantes acceder a profesores a distancia. Según Simpson, en el Líbano, las comunidades de refugiados están explorando el uso de WhatsApp para la educación.

 

Pero el obstáculo más complicado por superar es otro: asegurarse de que los docentes sepan cómo sacar el máximo partido del software.

 

«En los países más pobres, como la India, la educación tiende a estar organizada en función de los recursos disponibles», afirma Rajagopalan. Esto significa que la valoración depende de la presencia de los docentes o de la disponibilidad de ordenadores portátiles, sin tenerse en cuenta los resultados. Esto quiere decir —añade Rajagopalan— que no se comprueba si los niños están aprendiendo efectivamente.

 

En definitiva, la edtech ofrece enormes oportunidades, desde la inteligencia artificial hasta el reconocimiento de voz. El mercado del aprendizaje y del desarrollo tiene un valor de unos 370.000 millones de dólares y ha crecido más de un tercio en la última década. Sin duda, la pandemia ha supuesto un fuerte impulso. Ahora la clave estará en asegurarse de que esta nueva tecnología se utilice de manera adecuada y razonable.

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