Investigación contra el cáncer: entre inversión y avances científicos

El cribado y el diagnóstico precoz son cruciales para prolongar la esperanza de vida de los pacientes. Tomemos como ejemplo el cáncer de pulmón. Sólo el 15% de los casos se diagnostican en la primera fase, cuando las células cancerosas sólo están presentes en una pequeña zona y aún no se han extendido, principalmente porque los síntomas suelen ser "silenciosos". Casi la mitad de los casos no se diagnostican hasta la cuarta fase, cuando el cáncer ya ha afectado al menos a otro órgano. El diagnóstico tardío tiene graves consecuencias para la esperanza de vida: alrededor del 55% de los pacientes con cáncer de pulmón detectado en la primera fase sobreviven al menos un año, pero la tasa cae en picado hasta el 5% si el diagnóstico llega en la cuarta fase.

Los tratamientos y diagnósticos están mejorando. Una de las nuevas opciones es una técnica que permite examinar en profundidad el genoma del tumor de un paciente, de modo que se puede elaborar un perfil molecular detallado. A continuación, se puede atacar el tumor con terapias que interfieran en las proteínas específicas producidas por ese cáncer concreto. Se trata de una técnica que puede ser especialmente útil en el tratamiento de tumores avanzados, para los que la cirugía es arriesgada y no siempre eficaz.

La otra oportunidad que ofrece la investigación es la inmunoterapia, que trata de reforzar el sistema inmunitario del paciente para que luche contra la enfermedad. El objetivo es "enseñarle" a reconocer y atacar las células cancerosas.

La inmunoterapia no es un tratamiento nuevo. Se intentó por primera vez en 1890, cuando el cirujano William Cole trató de activar el sistema inmunitario contra el cáncer. Sin embargo, pasó casi un siglo antes de que la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) aprobara el primer agente inmunoterapéutico, utilizando citoquinas artificiales, proteínas que envían señales al sistema inmunitario, regulando la forma en que sus células crecen, maduran y responden.

La inmunoterapia moderna abrió nuevos caminos en 2011 con la invención y aprobación de los inhibidores de puntos de control terapéuticos. Los puntos de control inmunitarios actúan como "frenos" del sistema inmunitario y los tumores suelen interferir en ellos, lo que provoca la detención de la respuesta inmunitaria. Los inhibidores impiden que las proteínas tumorales interfieran en los puntos de control, lo que permite al sistema inmunitario seguir atacando a las células enfermas. En poco más de una década, la FDA ha aprobado siete inhibidores de los puntos de control para tratar una docena de tipos de cáncer, como el melanoma o el cáncer de pulmón. Hay otros inhibidores en fase de desarrollo.

Otra arma en la batalla contra el cáncer es la terapia celular. En este caso, se modifican células humanas para mejorar su capacidad de lucha contra el cáncer. Más concretamente, la terapia consiste en recoger las células T (glóbulos blancos del sistema inmunitario) del paciente, modificarlas en el laboratorio e inyectarlas de nuevo en el flujo sanguíneo, donde pueden empezar a atacar el cáncer. Las células modificadas y "sobrecargadas" se conocen como células CAR-T.

Hasta la fecha se han aprobado seis terapias con células CAR-T, en particular para la leucemia en niños y el linfoma en adultos. El tratamiento sigue siendo muy caro y complejo, ya que se fabrica para cada paciente. Pero se están investigando versiones potencialmente más baratas y listas para usar.

Otras vías de investigación son las vacunas, que podrían utilizar la tecnología de ARNm pionera para las vacunas COVID-19, y el uso de inteligencia artificial y el data mining no sólo para facilitar terapias más personalizadas, sino también para identificar mejor a las personas con riesgo de cáncer, lo que permitiría un cribado más selectivo y aumentaría las posibilidades de detección precoz.

Estos esfuerzos científicos ya están dando sus frutos. Aunque el número de casos de cáncer ha seguido aumentando, la tasa de mortalidad ha disminuido. En Estados Unidos, de 201 muertes por cada 100.000 habitantes en 1999; en 2020, la cifra había descendido a 144. En la década actual, según la Organización Mundial de la Salud, podrían salvarse unos siete millones de vidas mediante la aplicación eficaz y específica de los nuevos descubrimientos científicos.

El impulso a la investigación es fuerte, apoyado por importantes inversiones tanto de los gobiernos como del sector privado. Si se mantienen las tendencias actuales, dentro de diez años podría ser posible no sólo detectar el cáncer antes de que se formen tumores visibles, sino también tratarlo con una intervención precoz y evitar que siga desarrollándose.

El gasto mundial en medicamentos contra el cáncer fue de 193.000 millones de dólares en 2022. Según IQVIA, se espera que aumente a 377.000 millones USD en 2027.

Un solo fármaco innovador puede tener un gran impacto, es el caso del uso de Herceptin en quimioterapia, que ha aumentado las tasas de supervivencia en torno a un 20%.

La oncología ha atraído más de 44.000 millones de dólares en financiación de capital privado hasta 2021, más que cualquier otro sector biotecnológico o farmacéutico.