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Megatendencias

Cómo reformar la industria alimentaria para la supervivencia de nuestro planeta

Agosto 2021

Se podrían hacer muchas cosas: reducir el consumo de carne roja, alimentos precocinados y con azúcares añadidos, reducir a la mitad el despilfarro de alimentos y el uso de agua y fertilizantes para la producción, pero también modificar los impuestos sobre los productos azucarados.

Un ser humano de cada tres padece malnutrición; y, sin embargo, estamos produciendo más alimentos que nunca. Hemos llegado a una peligrosa paradoja a la que es preciso hacer frente lo antes posible, dado que 2.000 millones de personas padecen sobrepeso u obesidad, mientras que otras 830 millones se van a la cama cada noche con el estómago vacío. Y, por desgracia, el problema no es solo de salud humana, sino también de salud de todo el planeta. 

El sistema actual de producción alimentaria no es sostenible

Las técnicas que se usan actualmente representan una grave amenaza en cuanto a deforestación y emisiones de los gases de efecto invernadero. A pesar de ello, ya tenemos la capacidad de ofrecer a cada ser humano comida saludable, a bajo coste y, sobre todo, sostenible desde el punto de vista ambiental. Pero debemos comprender que «tenemos que cambiar el modo en que producimos, consumimos y reciclamos la comida revisando nuestro sistema», explica Sandro Demaio, consejero delegado de VicHealth, autoridad legal independiente en el Estado australiano de Victoria.

El bajo coste de los aperitivos es un problema

Evidentemente, no es fácil reformar completamente el sistema alimentario global, porque habrá que hacer grandes cambios a nivel de producción, procesos, embalajes, transporte, comercialización, consumo y eliminación de residuos. No obstante, un primer paso importante podría ser poner coto a los aperitivos de bajo coste, con un alto contenido de calorías y bajos valores nutricionales. «Si producimos comida barata, con un excelente sabor pero poco saludable y con muchas calorías, y después incentivamos la compra mediante estrategias de marketing agresivas» —comenta Demaio—, «el resultado es la quiebra del mercado y un consumo excesivo. Esto es justo lo que está alimentando la pandemia global de obesidad, y está teniendo un impacto hasta en el cambio climático».

Posibles soluciones

En un informe de 2019, los estudiosos de la EAT-Lancet Commission anticiparon algunas buenas prácticas que podrían ponerse en marcha de inmediato: en primer lugar, reducir el consumo de carne roja y de alimentos precocinados y con azúcares añadidos; en segundo lugar, reducir a la mitad el despilfarro de alimentos e introducir un proceso de producción más sostenible que permita disminuir el uso de agua y de fertilizantes. Además, la OMS ha recomendado a todos los países aplicar un impuesto a los productos azucarados, con el fin de limitar la plaga de la obesidad y, de manera más general, de los problemas de salud asociados a una dieta desequilibrada.

El equilibrio entre la alimentación y el ambiente

La producción de alimentos es una actividad que consume una gran cantidad de energía y con un fuerte impacto en los recursos no renovables de nuestro planeta, empezando por la tierra y el agua. Pero también es responsable del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero. En efecto, un reciente estudio del Potsdam Institute for Climate Impact Research, del Stockholm Resilience Centre (SRC) y de otras organizaciones revela que al menos la mitad de los alimentos que comemos se producen con técnicas que tienen considerables repercusiones negativas sobre el medio ambiente. Resumiendo, se nos está acabando el tiempo y es necesario tomar las contramedidas necesarias, empezando por los consumidores.
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