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Planeta sano, personas sanas

Marzo 2022

En ocasiones pasa inadvertida la conexión entre un planeta sano y una sociedad sana. El futuro de la humanidad sólo está garantizado si el respeto a nuestra biodiversidad se convierte en una realidad sólida y duradera.

Muchos expertos coinciden en señalar que muchas de las enfermedades que se están haciendo fuertes en nuestra sociedad se derivan de los cambios medioambientales provocados por la actividad humana, siendo las alteraciones cardiovasculares una de las más señaladas. No hay que olvidar que la biodiversidad es el mejor proveedor de compuestos químicos para curar enfermedades, sostiene la OMS. La contaminación atmosférica se lleva por delante a 7 millones de personas en el mundo, según Naciones Unidas. En España, alrededor de 10.000, cifra que podría aumentar si los gobiernos no se implican de forma decidida, y asumen como propias aquellas decisiones supranacionales que impidan hipotecar el futuro de las próximas generaciones, más informadas y concienciadas sobre la necesidad de unas nuevas reglas respecto a lo que consumimos, y lo que realmente queremos, para nuestro planeta.

En este escenario, cada vez se hacen más familiares en las sociedades más avanzadas determinadas enfermedades ligadas a la contaminación, como son las alergias, asma, dermatitis, cáncer…, sin olvidar patologías crónicas como la diabetes o la hipertensión, cuya tendencia al alza preocupa seriamente a la OMSSe estima que en los países desarrollados un 20% de las enfermedades pueden deberse a factores ambientales.

También tienen relevancia otras derivadas como las enfermedades provocadas por la radiación ultravioleta al disminuir la capa de ozono, o la contaminación acústica, que genera trastornos auditivos o estrés, entre otros. Existen otro tipo de sustancias, poco conocidas, que también afectan directamente a la salud como las forever chemicals un conjunto de miles de soluciones tóxicas que se aplican en la industria y el consumo. Según algunos estudios, en la Unión Europea los costes relacionados con la salud que se derivan de estas sustancias químicas eternas oscilan entre los 52.000 y los 84.000 millones de euros anuales.

Mención especial merecen las poblaciones menos favorecidas, que por las malas condiciones de su entorno (agua contaminada, falta de higiene…), las enfermedades como la diarrea o la malaria, causan estragos entre la población.

El impacto humano sobre la naturaleza debilita los ecosistemas y los patógenos se hacen dueños del aire que respiramos. El Banco Mundial también ha sido categórico a la hora de señalar los riesgos: “para evitar la aparición de enfermedades (…) debe cambiar fundamentalmente la relación entre los seres humanos y la naturaleza, y pasar de ser consumidores a ser seres interdependientes”. El desarrollo sostenible sigue siendo una de las herramientas más eficaces como barrera frente a las enfermedades.

La alteración de la naturaleza es una herida abierta que puede cicatrizar en décadas. Y en ocasiones, las cosas más simples son más efectivas. En palabras de Ana Navas Acién, catedrática de epidemiologia de la Universidad de Columbia: “pasear por un parque en lugar de una calle con coches ya reporta beneficios para la salud”. No hay que perder nunca de vista que un estilo de vida saludable es fundamental para el bienestar propio y ajeno.

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