El (casi) final del tumulto normativo
La incapacidad histórica de China para traducir el crecimiento del PIB en aumento de los beneficios obedece a varias causas.
La volatilidad del contexto normativo, la dilución de las acciones y las deficiencias del gobierno corporativo han sido algunos de los factores que han contribuido a frenar los beneficios empresariales.
Sin embargo, aún hay motivos para creer que estos obstáculos podrían atenuarse en los próximos años.
La normativa es el problema más espinoso al que se enfrentan las empresas y sus accionistas.
China ha introducido reformas estructurales encaminadas a lograr un crecimiento sostenido y equilibrado, alejado de la fiebre inversora impulsada por el crédito de los últimos años.
Pero este cambio ha ido acompañado de la tendencia de Pekín a imponer repentinamente normas restrictivas a las industrias que, a su juicio, se vuelven demasiado poderosas.
Las restricciones, que han durado 2 años y medio y han afectado a empresas emblemáticas de sectores que abarcan desde la tecnología y la educación hasta las finanzas y el juego, como Alibaba, Tencent y Didi Chuxing, ha restado más de 1 billón de USD al valor del mercado bursátil y ha deteriorado la capacidad de las empresas para aumentar sus beneficios.
No obstante, por fortuna para los inversores, ahora se observan síntomas de relajación de las tensiones entre el sector privado y las autoridades estatales.
Las empresas chinas están racionalizando sus actividades y volviéndose más resistentes ante la desaceleración del crecimiento económico, y sus medidas de autoayuda están dando resultado.
En julio, el Banco Popular de China impuso a Ant Group, filial de Alibaba, una multa de casi 1.000 millones de USD por infringir diversos reglamentos, lo que hizo abrigar esperanzas de que el posible fin del aluvión normativo le permitiera obtener una licencia de sociedad de cartera financiera y reactivar sus planes de cotizar en bolsa.
Ese mismo mes, Pekín también se comprometió a mejorar las condiciones de las empresas privadas, proyectando más de 30 medidas que incluían las promesas de otorgar a las empresas privadas el mismo trato que a las empresas estatales, de consultar más a los empresarios a la hora de elaborar las políticas y de reducir las barreras de entrada al mercado para las empresas.
Las empresas chinas, por su parte, están racionalizando sus actividades y volviéndose más resistentes ante la desaceleración del crecimiento económico.
Muchas han intensificado su control de los gastos operativos, lo que a su vez ha mejorado el margen de explotación y el crecimiento de los beneficios.
La última temporada de publicación de resultados provisionales ha confirmado una tendencia, iniciada el año pasado, en la que el crecimiento de los beneficios ha sido mucho mejor que el del volumen de negocio, sobre todo en las grandes empresas de Internet y las empresas de consumo, lo cual demuestra cómo sus medidas de autoayuda están dando frutos.